Hola querido lector,
La semana pasada fue algo difícil a nivel emocional, presencié un acto de ego arrasador. Una persona se sintió muy herida ante el comportamiento de otra y, en un impulso, decidió romper su amistad. Este acto impulsivo no solo afectó a ambas partes, sino también a quienes las rodean, sembrando pena y caos. Todo esto pudo haberse evitado si el ego hubiera dejado espacio para el amor. El ego nos hace actuar desde el victimismo, el orgullo y la queja, nublando nuestro sentido de compasión y generosidad. Por eso es tan importante trabajar el ego y mantenerlo a raya
El ego en sí no es malo; su propósito original es ayudarnos a entender quiénes somos y cuál es nuestro lugar en la sociedad. Nos da una identidad y nos ayuda a interactuar con el mundo. Sin embargo, el problema aparece cuando nos aferramos tanto a esa identidad que sentimos que nuestra existencia está en peligro cuando alguien la desafía. En ese momento, reaccionamos con enojo, sarcasmo o incluso agresividad, creyendo que debemos protegernos.
Quienes dependen mucho de su ego suelen ser más vulnerables de lo que parecen. Están atrapados en la necesidad de validación externa, lo que los hace reaccionar más ante lo que ocurre a su alrededor. Por el contrario, las personas con menos ego son más libres, no necesitan la aprobación de otros para sentirse seguras y completas.
Consejos para actuar desde el amor y no desde el ego:
- Practica la autoconciencia: Pregúntate si tu reacción viene del miedo a no ser aceptado, del orgullo de una herida anterior o de la necesidad de proteger una imagen que has creado de ti mismo. Haz una pausa antes de reaccionar impulsivamente.
- Acepta la vulnerabilidad: Reconocer que no siempre tenemos el control ni necesitamos tener la razón es un signo de fortaleza, no de debilidad. Permítete ser vulnerable, sin miedo a lo que los demás piensen.
- Busca el beneficio a largo plazo, no a corto plazo: Encender un fuego por impulso puede darte un falso sentido de «poder» momentáneo, dañando a los demás y saciando tu herida. Pero, ¿realmente te compensa a largo plazo? ¿Cómo te sentirás mañana? Pregúntate si vas a ganar con tu acto o si acabarás perdiendo.
- Practica la compasión: Ponte en el lugar de la otra persona y entiende su contexto y circunstancias. Seguramente no hay maldad en ella, y su comportamiento sea simplemente un acto desafortunado, no de mala fe. Al hacer esto, desactivas la necesidad de defender tu identidad y eliges actuar desde el amor.
- Cuestiona tus acciones: Cada vez que comas, hables, pienses o reacciones, pregúntate si lo haces desde un punto de amor hacia ti misma y hacia los demás, o desde el rechazo. El rechazo es ego, y actuar desde él te alejará de tu armonía y paz interna.
Al aprender a identificar las trampas del ego, puedes liberarte de la necesidad constante de reafirmarte a través de la opinión de los demás. Esto te permite vivir con más paz, confianza y autenticidad.
Deseo que puedas aplicarlo y no te fustigues si sigues teniendo actos de ego. Practicar la compasión contigo mismo y pedir perdón para rectificar, es un primer acto de amor que reduce el ego.
Con amor,
Mónica