Aunque el año se vaya enderezando y tratemos de llevar una rutina cada vez más saludable, hay ciertas cosas que siempre se nos resisten. La más común es la práctica de ejercicio. Cuando hace frío da una pereza extrema salir de casa y cuando estás cansada es lo último que te apetece. Por lo que vamos postergando y postergando… mientras te prometes que “mañana sí, mañana voy al gimnasio seguro”. Es muy normal que nos cueste y que el hecho de no cumplirlo nos frustre, entrando así en una espiral infinita.
Me gustaría darte algunos tips para que te tomes la práctica de hacer ejercicio como algo más ameno y menos costoso:
- Piensa en cuál es el objetivo que hay detrás y formúlalo desde el amor: ¿vas porque no te gusta tu físico actual o porque te emociona una vida saludable? Lo segundo tiene más poder que lo primero, así que reformula con amor.
- Ubícalo en un momento que te cueste menos: si no eres madrugadora, no te propongas ir al gimnasio por la mañana. Busca un hueco donde te sea más conveniente y no vaya en contra de tu naturaleza.
- Prepárate: déjate la ropa preparada el día antes o la mochila estratégicamente situada en la entrada con la botella de agua llena. Todo lo que puedas hacer con anterioridad, son obstáculos que eliminas en el momento clave.
- Prueba 10 minutos: a veces ir al gimnasio se nos hace montaña porque nos imaginamos 90 minutos sudando y pasándolo mal. No tiene por qué ser así, puedes plantearte asomar la cabeza y hacer 10 minutos de bici, nada más. Ya verás que a los 10 minutos estarás tan satisfecha que te quedarás otros 10.
- Visualiza tu recompensa: piensa en lo bien que te sentirás después de haber generado endorfinas y haber desintoxicado tu cuerpo durante un rato. No sólo eso, sino que puedes marcarte una recompensa: una ducha gustosa, una cena saludable, una peli en merecida posición horizontal
Espero que te apetezca probar estos trucos y que, poco a poco, te funcionen. Lo más importante: no te culpes. Si no sale hoy ya saldrá mañana, es todo cuestión de paciencia y tiempo.